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El Tribunal Supremo ha avalado recientemente el plus de asistencia para combatir el absentismo laboral, siempre que no presente sesgo de género. Esta decisión marca un hito en la regulación del tiempo de trabajo, ya que busca fomentar la asistencia sin generar desigualdades en el entorno laboral. Según la sentencia, las empresas podrán incentivar la asistencia al trabajo mediante un plus salarial mientras no suponga una discriminación indirecta para colectivos específicos.

Esta resolución cobra especial relevancia en el contexto actual, ya que, según el último informe de absentismo laboral en España, el número de personas que en promedio cada día se ausentaron de su puesto de trabajo ha aumentado un 6% respecto del trimestre anterior, hasta situarse en 1.463.544 de trabajadores.

Uno de los factores que explican este incremento son los trastornos psiquiátricos asociados al entorno laboral, que, según datos de la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT), se han incrementado en más de un 100% en la última década. Entre estos factores destaca el burnout o síndrome de desgaste profesional, reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una consecuencia del estrés crónico en el trabajo. Este síndrome se manifiesta a través de agotamiento, cinismo y una disminución en la eficacia profesional. Estudios recientes indican que el burnout afecta de forma significativa tanto la productividad como el bienestar de los empleados, lo que subraya la urgencia de adoptar medidas efectivas para reducir su incidencia y promover un entorno laboral más saludable.

Brechas en el control horario: una gestión pendiente

La gestión del tiempo laboral en España sigue presentando desafíos importantes, especialmente en lo relativo al cumplimiento efectivo del registro horario obligatorio. Aunque la legislación exige que todas las empresas cuenten con un sistema de control horario, en la práctica su implementación y uso adecuado dista de ser universal o riguroso. Esta situación genera una falta de transparencia que puede derivar en jornadas laborales no reconocidas y, en consecuencia, en una compensación inadecuada.

Una encuesta reciente realizada por Protime, empresa especializada en control horario, revela que el 60% de los empleados afirma realizar horas extra con regularidad. Sin embargo, los registros oficiales solo recogen un 5%, lo que pone en evidencia una brecha considerable entre la realidad laboral y su reflejo en los sistemas de control. Esta desconexión no solo dificulta la aplicación de políticas de compensación justas, sino que también debilita la credibilidad de las medidas implementadas para proteger los derechos de los trabajadores.

En este contexto, la flexibilidad se presenta como una herramienta clave para combatir el burnout. Fomentar modelos de trabajo más adaptables (como horarios escalonados, teletrabajo o jornadas intensivas) permite a los empleados gestionar mejor su tiempo, lo que repercute positivamente en su bienestar y productividad. Implementar este tipo de medidas, además, contribuye a crear entornos laborales más sostenibles y alineados con las nuevas expectativas sociales.

Desconexión digital: el nuevo reto de la conciliación

Más allá del control horario, otro desafío creciente para las empresas es garantizar el derecho a la desconexión digital. Solo el 38% de los trabajadores asegura que este derecho es plenamente respetado en su entorno laboral, lo que refleja una falta de políticas efectivas para proteger los límites entre la vida personal y profesional. En un contexto marcado por la hiperconectividad y la expansión del trabajo remoto, la ausencia de medidas claras sobre el uso de dispositivos y comunicaciones fuera del horario laboral puede derivar en un mayor estrés, agotamiento y pérdida de bienestar.

Por ello, no basta con registrar el tiempo de trabajo: también es imprescindible que las organizaciones promuevan una cultura corporativa basada en el respeto al tiempo de descanso.

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