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Desde hace un tiempo, tanto las empresas como la propia sociedad son cada vez más conscientes de la importancia que tiene la actividad física como una de las estrategias más efectivas no solo para mejorar la salud física general, sino también para proteger y potenciar la salud cerebral y, por ende, mejorar la productividad en el día a día.
Un estudio del Hospital General de Massachusetts indica que realizar ejercicio puede aumentar el volumen cerebral en áreas relacionadas con el pensamiento y la memoria, como el hipocampo. Este incremento en el volumen cerebral se asocia con una mejora en la función cognitiva y podría ayudar a prevenir el deterioro cognitivo relacionado con el envejecimiento y enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson.
Además, estas investigaciones encontraron correlación entre realizar ejercicio físico con la neurogénesis en el hipocampo de adultos, es decir, la formación de nuevas neuronas en esta región clave para la memoria y el aprendizaje. Estos hallazgos subrayan la importancia del ejercicio físico regular en la mejora de la plasticidad cerebral y la función cognitiva, ofreciendo beneficios significativos en la prevención y ralentización del deterioro cognitivo asociado al envejecimiento y a enfermedades como el Parkinson.
Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha mostrado la preocupante realidad en la que el 31% de los adultos no cumplen con las recomendaciones mínimas de actividad física semanal, que incluye al menos 150 minutos de ejercicio moderado o 75 minutos de ejercicio vigoroso.
Desde 2010, el nivel de inactividad ha aumentado en cinco puntos porcentuales y, si la tendencia persiste, en 2030 el 35% de la población adulta no alcanzará los niveles recomendados. Esta falta de movimiento no solo impacta la salud física, sino también el bienestar mental y las funciones cognitivas.
Los beneficios del ejercicio van más allá del ámbito cognitivo. Sus efectos positivos sobre el estado de ánimo están ampliamente respaldados por la ciencia: la actividad física estimula la liberación de endorfinas y serotonina, neurotransmisores vinculados al placer y el bienestar. Esto contribuye a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y a mejorar el equilibrio emocional general.
De hecho, según el Programa de Salud Efectiva, entrenamientos funcionales de alta intensidad, como el fitboxing, no solo fortalecen el cuerpo, sino que también ayudan a mitigar síntomas físicos y reducir el estrés y la depresión. Esto se traduce en una mayor autoestima, un aumento de la energía diaria y una mejora significativa en la calidad de vida, aspectos fundamentales para enfrentarse a enfermedades neurodegenerativas
Un ejemplo claro de este enfoque integral es Brooklyn Fitboxing, una de las principales cadenas internacionales especializadas en esta modalidad. Sus sesiones combinan actividad cardiovascular, coordinación, fuerza y una experiencia inmersiva que motiva a los usuarios a superarse en cada clase.
En palabras de Jesús Blanco, Master Trainer de Brooklyn Fitboxing, "a través de ejercicios como el fitboxing, las personas pueden canalizar la tensión de manera positiva, lo que repercute directamente en su bienestar emocional y cognitivo. Este enfoque resulta especialmente valioso en contextos de prevención y afrontamiento de enfermedades neurodegenerativas".
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