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La edad de jubilación sigue al alza: podría llegar a los 71 años

El problema de las pensiones y la edad de jubilación es algo recurrente y raro es que no esté en boca de la opinión pública cada cierto tiempo.

POR Alto Directivo, 06-08-2025 09:30:00

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Un claro ejemplo de esto es Manuel, quien  tiene 64 años, dirige una pequeña empresa de reformas y, salvo por un leve dolor de rodilla, podría seguir trabajando otros diez sin problemas. "Me veo bien, tengo ganas y lo que sé no lo enseñan en ninguna universidad", dice. Y tiene razón. Como él, miles de españoles están en plena forma física e intelectual, pero el sistema parece empujarlos hacia la jubilación por calendario, no por capacidad. Y es que, de nuevo, la edad de jubilación en España entra en debate.

Mientras tanto, informes como el elaborado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) ponen sobre la mesa una realidad incómoda: si no se introducen cambios, los jóvenes que se incorporan hoy al mercado laboral deberán jubilarse a los 71 años para cobrar una pensión equivalente al 90% de su salario final. Eso, si logran acumular al menos treinta años de cotización. Y es que, debido a factores como el retraso en la incorporación laboral de los jóvenes y las reformas del sistema de pensiones, la edad de jubilación podría aumentar hasta la edad indicada para poder equilibrar las cuentas de la Seguridad Social y garantizar el pago de pensiones en el futuro.

La advertencia no es anecdótica. El modelo de reparto que rige en España –basado en la 'caja única', donde las cotizaciones actuales pagan las pensiones de hoy, no las futuras– está tensado al límite. No hay una hucha personal, sino una cadena de solidaridad intergeneracional que solo funciona si hay suficientes trabajadores para financiarla.

Aumento edad jubilación España

Una pirámide exageradamente invertida y un sistema que se tambalea

Y ahí es donde está el verdadero problema: la pirámide poblacional se ha invertido. La natalidad cae, la longevidad sube, y cada vez hay menos cotizantes por pensionista. Según las proyecciones, en 2050 la tasa de dependencia (personas mayores de 64 años frente a población en edad activa) alcanzará el 54 %. Es decir, dos trabajadores mantendrán a un jubilado. Una ecuación condenada al desequilibrio.

En este contexto, España no es una excepción, pero sí va rezagada respecto a sus vecinos europeos. Francia ha subido la edad de jubilación de 62 a 64 años; Alemania alcanzará los 67 en 2029; Países Bajos la indexa con la esperanza de vida y ya se sitúa en 67; y Dinamarca planea elevarla hasta los 70 para 2040. Incluso el Reino Unido prevé una transición hacia los 68 o más en las próximas décadas. La OCDE estima que la edad efectiva promedio en el futuro rondará los 66,3 años para hombres y 65,8 para mujeres. España, con sus 66 años y 8 meses en 2025 (y camino de los 67 en 2027), se mantiene en la media… pero con una presión demográfica y económica más aguda que en muchos de esos países.

Pero empecemos por el origen. En España se fijó la edad de jubilación en los 65 años en 1919 con el Retiro Obrero Obligatorio y se mantuvo estable hasta principios del siglo XXI; en 1967 la Ley de Bases de la Seguridad Social consolidó el modelo actualizado de reparto. La esperanza de vida entonces era inferior a los 40 años, y solo una minoría alcanzaba esa edad para cobrar pensión. Hoy supera los 83 años, y la esperanza de vida laboral en 2024 alcanza los 36,5 años frente a los 30,9 de 2000. Eso significa que muchas personas podrían pasar más años jubiladas que trabajando, incapaces las cotizaciones presentes de sostenerlas sin aportes futuros.

El clásico argumento de que “los 40 de ahora son los 30 de antes" refleja que muchas personas mayores de 40 años hoy gozan de buena salud y pueden alargar la actividad gracias a los avances en la salud y la medicina, que han llevado a una mayor longevidad y a una percepción más positiva de la edad adulta. Sin embargo, ese argumento no se aplica al debate de la jubilación y ahí es donde cobra importancia el informe de BBVA e IVIE, en el que señala que quien acumule solo 30 años cotizando necesitaría trabajar hasta los 71 para una pensión digna. Y no es solo cuestión del cuerpo, sino de músculo financiero en el sistema de reparto.

Aumento edad jubilación España

Más que en la edad de jubilación, en España la solución podría estar en los mayores

España vive el fenómeno de personas longevas que, llegada la edad de jubilación, se encuentran en plenas facultades físicas y mentales para seguir activas, mientras que, por otro lado, cada año van siendo cada vez menos los trabajadores que cotizan y cada vez más las personas que cobran pensión; y esas pensiones se revalorizan automáticamente con el IPC, lo que multiplica la tensión fiscal.

Pero, ¿y si en lugar de ver la jubilación como una desconexión total del mundo laboral, la entendiéramos como una transición flexible y enriquecedora? ¿Y si incentiváramos a esos profesionales experimentados a permanecer activos, a tiempo parcial o como mentores, compartiendo su conocimiento con los más jóvenes?

Con los incentivos adecuados —exenciones fiscales, cotizaciones reducidas, flexibilidad horaria o programas de mentorización bonificados— muchos de ellos podrían seguir aportando al sistema, no solo económicamente, sino como referentes para las nuevas generaciones. Ese 'trasvase de conocimiento' es una de las claves para un mercado laboral más sostenible y cohesionado.

No se trata de obligar a nadie, sino de ofrecer opciones reales. De dejar atrás el concepto rígido de jubilación y apostar por una etapa más fluida, adaptada a la realidad de cada trabajador.

Es evidente que revisar la edad de jubilación es un tabú incómodo, pero cada vez más inevitable. Europa ya ha empezado a moverse y España no puede seguir aplazando el debate. Pero más allá de subir la edad legal, el reto real es cultural y estructural: cómo integrar el talento senior en una economía cada vez más tecnológica y cómo trasladar ese conocimiento a los más jóvenes sin quemar a unos ni frustrar a otros.

Porque la jubilación no debería ser un corte abrupto, sino una oportunidad de cerrar el ciclo con suavidad, aportando hasta el último día. Si Manuel puede seguir en activo, debemos ponérselo muy fácil para que quiera hacerlo. Lo que necesita no es un reloj de oro, sino una política inteligente que le permita seguir contribuyendo mientras enseña a los que vienen detrás todo lo que él aprendió a golpes de realidad. Y que le sea rentable.

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