La reestructuración empresarial no debe ser vista como una solución aislada, sino como parte de un proceso continuo que exige un enfoque estratégico para garantizar la viabilidad a largo plazo de la compañía.
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Desde Abencys, despacho multidisciplinar de abogados y economistas expertos en reestructuraciones e insolvencias, destacan los pasos clave que deben seguirse después de la reestructuración para asegurar una recuperación exitosa y sostenible.
El primer paso crítico tras culminar un proceso de reestructuración es garantizar que la compañía dispone de caja suficiente para estabilizar su actividad. Esto incluye la refinanciación de la deuda y la adaptación de la estructura financiera para mejorar la liquidez y reducir la presión de los vencimientos.
"El proceso de reestructuración no termina con la firma de un acuerdo. Es fundamental que las empresas adapten sus finanzas a la nueva estructura que permita una mayor flexibilidad ante posibles imprevistos", señala Alejandro Ingram, abogado y socio de Abencys.
Un aspecto esencial es asegurar que los proveedores estratégicos no interrumpan el crédito por circulante tras la reestructuración. En caso de que alguno lo hiciera, la empresa debe contar con alternativas sólidas, ya sea diversificando su base de proveedores o negociando condiciones que garanticen la continuidad de la cadena de suministro.
Dado que existe el riesgo de que algunas entidades financieras restrinjan o cancelen líneas de crédito, resulta imprescindible anticiparse con la búsqueda de vías de financiación alternativas que aporten liquidez adicional y reduzcan la dependencia de un número limitado de acreedores.
Para consolidar la confianza de los stakeholders, la empresa debe cumplir rigurosamente los pagos comprometidos en el plan de reestructuración. Este cumplimiento refuerza la credibilidad ante bancos, inversores y proveedores, y constituye la base para recuperar la normalidad operativa.
La entrada de nuevos inversores puede ser una palanca de crecimiento y estabilidad. Identificar socios interesados en participar en el capital de una compañía reestructurada permite no solo inyectar recursos, sino también aportar conocimiento, contactos y proyección estratégica.
La fijación de indicadores clave de rendimiento (KPIs) claros y medibles es fundamental para anticipar posibles incumplimientos. Esta monitorización permite reaccionar con rapidez y, llegado el caso, acudir de forma ordenada al concurso antes de incurrir en responsabilidades para los administradores.
Sin embargo, más allá de los ajustes financieros, las empresas deben revisar y optimizar sus estructuras operativas. En muchos casos, las empresas se enfrentan a la necesidad de adaptarse a un entorno económico más competitivo, lo que requiere de un análisis interno exhaustivo. “La reorganización de la estructura organizativa, la modernización de los procesos productivos y la inversión en nuevas tecnologías son pasos fundamentales para mejorar la eficiencia operativa y reducir los costes a largo plazo”, explica el experto.
El panorama económico global actual exige que las empresas diversifiquen sus mercados para evitar una excesiva dependencia de una sola región o sector. Según explica el despacho, tras la reestructuración, las empresas deben evaluar su exposición a riesgos geopolíticos como aranceles, barreras comerciales o fluctuaciones económicas, que puedan afectar su estabilidad. La renegociación de contratos y la búsqueda de nuevos mercados para mitigar estos riesgos, pueden ser una garantía para que la empresa se prepare para posibles alteraciones en el mercado internacional.
"Las empresas deben considerar la diversificación de sus mercados como una herramienta clave no solo para mitigar los riesgos, sino también para explorar nuevas oportunidades de crecimiento. Este enfoque debe ser parte de una estrategia de reestructuración integral", añade Ingram.
Una reestructuración exitosa debe ir acompañada de una planificación estratégica a largo plazo. La empresa debe desarrollar un plan de acción que contemple la gestión de riesgos, el fortalecimiento de su posición en el mercado y la consolidación de su estructura financiera. Los procedimientos concursales deben incluir una gestión preventiva que permita a la empresa reaccionar ante imprevistos sin comprometer su estabilidad.
La monitorización continua es fundamental para evaluar el impacto de las medidas adoptadas tras una reestructuración. Las empresas deben realizar un seguimiento regular de su situación financiera y operativa para detectar cualquier desviación en los objetivos a largo plazo.
En definitiva, la reestructuración empresarial no debe ser vista como una solución a corto plazo, sino como una estrategia integral para asegurar la continuidad a largo plazo de las empresas, para que estas no solo superen las dificultades económicas sino que también se adapten a los nuevos retos del mercado, garantizando su crecimiento y estabilidad en el futuro.
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