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En la actualidad, la digitalización ya no es terreno exclusivo de las grandes cadenas. En este momento, los verdaderos protagonistas del cambio son los bares de barrio, las cafeterías familiares y esos pequeños comercios que, con mucho esfuerzo, levantan la persiana cada mañana. Y lo están haciendo apoyándose en herramientas cada vez más accesibles, desde terminales inteligentes hasta software para cafeterías, pensado para que cualquier autónomo logre administrar su negocio de la forma más fácil y accesible posible.
No obstante, lo verdaderamente interesante de esta transformación es que no es fruto de un capricho, sino que surge de una necesidad real: trabajar mejor, ahorrar tiempo y responder a un cliente que, cada día, se mueve en un lenguaje más y más digital. Porque ¿cuántos pagos en efectivo haces tú ya? Probablemente menos que antes, y tus clientes también.
Uno de los mejores termómetros de esta transición es la forma en que pagamos. En España, pagar con tarjeta, móvil o incluso smartwatch es casi un acto reflejo, sobre todo, en bares y restaurantes. Tanto es así que, en 2025, prácticamente cuatro de cada diez operaciones sin efectivo tuvieron lugar en locales de restauración, convirtiendo al sector en una verdadera hélice de este nuevo hábito.
Conviene saber que, en lo que va de año, los pagos digitales en hostelería han aumentado alrededor de un 8% respecto al mismo periodo del año anterior. Pero lo más curioso es que no crece únicamente el número de operaciones, sino que el uso del pago electrónico se está normalizando incluso para las consumiciones más modestas. Para que nos hagamos una idea, el importe medio ha disminuido ligeramente hasta situarse por debajo de los 18 euros. Dicho de otro modo, ya nadie se sorprende cuando alguien paga una cerveza o una tapa con tarjeta: es algo que está a la orden del día.
Como explica Valerio Corsetti, Jefe de Ventas de SumUp en España, “en los últimos tres años hemos visto un salto enorme en la digitalización de la restauración. La mejora de las redes, el uso del móvil para casi todo y, claro, el impulso que dejó la pandemia han hecho que incluso en zonas rurales el pago electrónico sea la opción preferida, por comodidad y por seguridad. En muchos negocios, el efectivo ya no es protagonista”.
Estos números no crecen por sí solos. Entre bambalinas, nos encontramos una tecnología que se ha vuelto más sencilla, portátil y asequible. Los terminales inteligentes han pasado a engrosar la rutina de miles de autónomos. Ya no son esos dispositivos rígidos y complicados de hace unos años. Ahora funcionan casi como un smartphone. Son intuitivos, rápidos y se pueden conectar con otras herramientas.
El porqué radica en su fusión con soluciones como el software para cafeterías, que permite llevar un control del inventario, gestionar pedidos, revisar ventas o analizar los productos que mejor funcionan. Todo desde un mismo lugar, sin interminables hojas de Excel ni cajas registradoras que se resisten.
Por suerte, la digitalización ya no exige una curva de aprendizaje eterna. Los pequeños negocios buscan facilidades, no contratiempos, y por ello las nuevas herramientas priorizan la rapidez y la simplicidad.
Hoy día, un terminal llega, se enciende y funciona; el software se actualiza solo; los informes de ventas aparecen sin tener que pedirlos… Además, si un comercio tiene varios empleados, cada uno puede registrar sus operaciones sin mayor problema. Se trata de una tecnología ideada para ayudar, no para añadirse como un problema más.
Si algo demuestra esta ola digital es que los pequeños negocios pueden competir en eficiencia sin renunciar a su esencia. La tecnología no sustituye la sonrisa, la conversación o el café bien servido; simplemente resta sobreesfuerzo de forma discreta y deja espacio para todo lo demás.
Como se puede observar, la restauración y el pequeño comercio están siendo partícipes de un gran momento, y lo están haciendo de la mano de herramientas pensadas para ellos: accesibles, cercanas y, sobre todo, útiles. Y es que, cuando la tecnología se vuelve fácil, el negocio cobra fuerza.
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