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Lee Jae-yong salía en defensa propia y de su compañía, Samsung, aduciendo presiones externas por parte de la presidenta surcoreana Park Geun-hye para obligarle a donar dinero a varias fundaciones del país que están relacionadas con una trama de corrupción que se ha destapado recientemente, denominado Rasputina.

En el juicio en el que el heredero de Samsung tenía que declarar, manifestó que actuó bajo presión, si bien las autoridades afirman que, independientemente de eso, "será castigado".

Si bien, estas palabras contrastan con las que emitió hace un mes escaso, cuando no admitió tales presiones por parte del gobierno central para donar a compañías ligadas a Choi Soon-sil, apodada la "Rasputina" por su cercanía e influencia sobre Park Geun-hye.

La Fiscalía afirma que Samsung firmó un contrato por valor de unos 22.000 millones de wones (unos 17,5 millones de euros/18,6 millones de dólares) con una empresa con sede en Alemania propiedad de Choi y dio además apoyo financiero para que su hija, que se dedica a la hípica, entrenara en el país teutón y adquiriera allí caballos.

El grupo también donó 20.400 millones de wones (16,3 millones de euros/17,3 millones de dólares) a una fundación controlada supuestamente por Choi y establecida para extorsionar a los grandes conglomerados del país.

Todo ello ha promovido una gran indignación en el país, que estos días anda algo dividido y que ha provocado que el Parlamento destituya momentáneamente de su cargo a la presidenta Park Geun-hye.

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