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Hoy directivo y, ¿mañana?
POR Javier Martín de la Fuente, CEO Grupo Persona, 20-02-2020 09:51:52

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Cuando hablamos de mercado de trabajo solemos dejar fuera a los directivos, quizás porque el volumen que representan es, apenas, del 0.21% de los contratos. Las personas que desempeñan esta profesión, aunque pocas, son claves para la estructura económica de país.

Presentamos a los políticos como los líderes del país, pero en la economía del día a día, los lideres son los directivos. Son los que marcan las pautas de las inversiones, los rumbos de las empresas hacia la innovación y los nuevos mercados, los que determinan las necesidades presentes y futuras de las organizaciones y, que afectan con ellas directamente al mercado de trabajo.  Pero además de todas estas y otras muchas maneras, obvias, con las que intervienen el devenir cotidiano hay una, no tan clara y de suma importancia, en mi opinión: la transmisión de cultura y de una forma de actuar.

La crisis económica de la pasada década dejó miles de directivos sin posibilidades profesionales, muchos de ellos optaron por trabajar por cuenta propia y, aunque fuese por obligación y no por deseo, potenciaron la profesionalización de la amplia red de empresas pequeñas y medianas, y además son los transmisores de una cultura organizacional relacionada con la eficiencia y por ello con la productividad.

Los líderes sirven de ejemplo, aunque no quieran, y a pesar de que actuar como líder no sea lo mismo que actuar como directivo, también estos sirven de ejemplo al resto de los profesionales, con independencia del tamaño o sector donde se desenvuelva la empresa.

Hoy, y desde hace ya algunos años, nos encontramos y nos adentramos en un mundo cada vez más carente de referencias, lo que llamamos el mundo líquido. Mundo en el que prima la velocidad de cambio. Son los directivos los que tienen el deber y la obligación de liderar sus organizaciones y sus funciones dentro de este nuevo marco sin referencias.

El gran reto no se encuentra en la tecnología o en las capacidades de inversión o innovación, que cambiarán de manera acelerada. El gran reto se encuentra en cómo conseguir que los actuales trabajadores sean capaces de adaptarse y en como atraer a las nuevas generaciones. Aquí es donde ha empezado el nuevo paradigma para el directivo.

Ser ejemplo para los demás y transmisor de una cultura de eficiencia significa que son los directivos los primeros en tener que adaptarse a la nueva realidad, y no me refiero a que sepan manejar la tecnología, sino a que sepan vivir en este entorno aceleradamente cambiante y marquen el camino para que otros también lo consigan.  Hoy, si el volumen de directivos significa el 0.21% de los contratos, en cambio significan más del doble de las demandas de empleo, un 0.56%.  ¿Por qué?

Para saber navegar en esta nueva realidad, además de las habilidades tradicionales, es necesario potenciar algunas otras que nos sirvan de puntos de referencia. En el pasado el mercado podía darnos luz sobre el futuro profesional, adquiriendo conocimientos y experiencias, ahora estos elementos son igualmente necesarios, pero no nos garantizan absolutamente nada, pues la situación cambia velozmente.

Ahora el directivo debe aunar al foco de la situación de mercado su propia situación personal y profesional. Es decir, ¿quién soy?, ¿qué quiero hacer? ¿Cuándo lo quiero hacer? ¿Para qué lo quiero hacer? ¿Qué necesito para hacerlo? ¿Dónde encuentro lo que necesito? Etc….

En un mundo donde la velocidad de cambio es exponencial, donde los referentes cambian sin que lo notemos, ocuparse por nuestra capacidad para mantenernos en una línea de desarrollo profesional, se hace imprescindible.  Es obligación, del directivo como profesional y como ejemplo para el resto de los profesionales.

Necesitamos un país con personas que se ocupen de su propia empleabilidad.  Esto comienza porque el directivo, el líder, se ocupe de la suya.

Aunque parezca paradójico el recurso más escaso, incluso en España, en los próximos años o décadas será el talento humano.  Esto hace que el directivo tenga que incluir en sus focos de atención a las personas y no únicamente las diferentes funciones técnicas de una organización.

Si partimos de la base de que la incertidumbre es uno de los grandes enemigos que cada trabajador tiene que enfrentar en esta nueva situación de mercado, y que esa incertidumbre también la viven los directivos, ¿cómo va a conseguir el directivo que sus equipos se adapten o atraigan el talento? ¿qué puede ofrecer, además de incertidumbre?

La respuesta puede ser muy sencilla, siempre que aceptemos que la incertidumbre y el cambio son ya parte de nuestra realidad. Lo único seguro, serán los esfuerzos que cada persona haga por alcanzar sus objetivos. A esto es a lo que llamamos empleabilidad.

El concepto de empleabilidad empieza en uno mismo, es la capacidad de diseñar el objetivo profesional, avanzar hacia él y ser capaz de responder con habilidad a las circunstancias que se interponen en el camino; si además esto lo hacemos como ejemplo de gestión empresarial, estaremos consiguiendo personas que se adaptan a la situación y, atraer el talento que es escaso.

Fomentar la empleabilidad propia y la ajena es liderar el desarrollo profesional. ¿Qué tiene que ver el liderazgo con el directivo?  Hoy todo, pues la diferencia entre el líder y el director está únicamente en la capacidad del líder para movilizar a las personas. Y, son las personas, las relaciones que se generan entre ellas en el marco de una organización, las que hacen que una empresa tenga mayores o menores posibilidades de alcanzar sus objetivos.

Dando este significado a la empleabilidad hay que empezar por diseñar el objetivo que cada uno persigue.  El objetivo profesional es un objetivo vital, es parte de lo que se quiere hacer con la vida. Al igual que ocurre con los planes empresariales, se analizan los recursos disponibles (económicos, materiales, inmovilizados, relaciones, etc.…) Al plantear la carrera profesional en términos vitales, no todo son únicamente experiencias y conocimientos, tenemos que introducir en el terreno de juego, las relaciones, la marca personal, la gestión de la forma de pensar; en definitiva, una serie de variables que tienen más que ver con el mundo personal que con el mundo profesional.

Hoy directivo, mañana líder generador de empleabilidad.

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