En esta década marcada por los cambiantes acontecimientos mundiales, todas las organizaciones, sin importar su sector, naturaleza o localización geográfica, se encuentran inmersas en un entorno altamente competitivo, en constante evolución y con nuevos desafíos hasta ahora nunca vistos o tenidos en cuenta.

Al contrario, a lo que se pueda pensar, la transformación de una cultura empresarial no sólo se basa en la adopción de una operativa efectiva y rentable, sino también implica un cambio profundo en la mentalidad de las personas que lo componen. Es aquí donde aparece el papel, la importancia y el impacto del talento.

Cuando las organizaciones valoran y promueven la diversidad de ideas y enfoques, se generan soluciones dentro de las empresas, sí, pero también para la sociedad y el país en su conjunto. El talento es la semilla de la innovación, y su aplicación adecuada permite encontrar respuestas a problemas complejos, estimular el crecimiento económico, el progreso social y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Todo esto no es nuevo para los líderes empresariales, ya que muchos de ellos tienen un compromiso claro con el talento y se esfuerzan día a día por crear entornos de trabajo inspiradores y colaborativos dentro de sus propias empresas. Estos agentes son fundamentales a la hora de fomentar una cultura organizacional basada en la confianza, el respeto, la autonomía, la creatividad y la participación activa de todos los miembros del equipo. El empoderamiento del empleado brinda grandes oportunidades al desarrollo, ya que no solo se promueve la retención del talento, sino que también establecen una base sólida para el crecimiento sostenible de sus organizaciones y, en última instancia, contribuyen a la construcción de un mejor país en España.

Para afrontar con éxito estos enormes retos, es imprescindible que las empresas garanticen que cualquier persona pueda aportar y sentirse parte del proyecto, a la vez que promovemos la responsabilidad individual. Reconocer la diversidad es el primer paso. Trabajar hacia una cultura auténtica es la clave. Porque sí, ser diferente es un derecho, pero también una responsabilidad para contigo y para con los demás.

Por su parte, las nuevas generaciones son la gasolina del motor que hace funcionar nuestro país, dado que, en un mundo tan globalizado y competitivo, muchos de ellos ven con derrotismo su futuro laboral. Debemos motivar a estas nuevas generaciones, ya que serán los que guíen el cambio en las próximas décadas.

Con un sistema educativo de calidad, una infraestructura avanzada y un ecosistema emprendedor en auge, España tiene el potencial para posicionarse como un referente en la atracción y retención del talento. No obstante, la convivencia de estos fenómenos en materia de empleo evidencia una clara desconexión entre las empresas, el talento y el sector público.

Por ello, juntos tenemos que dinamizar el ecosistema de talento y hacer partícipes a todos los agentes nacionales en este proceso, ya sean políticos, sociales y empresariales. En base a esto, hace cuatro años creamos TALEÑT, un espacio en el que estos líderes puedan levantar la voz y defender con contundencia que es el momento de hacer que lo más importante que tiene este país y cualquier sociedad, que es el talento de su gente, se convierta en nuestro mayor aliado para abordar los grandes retos que tenemos por delante y construir juntos las mejores soluciones.

Y es que, el talento cuando está se nota, se siente y se contagia.